lunes, 7 de marzo de 2011

carta


3. Con base en el texto de Mendieta: Distinguir las principales características de los discursos o consejos que se daban a los niños y jóvenes y escribir una carta imaginaria en la que se describa cómo se educaba moralmente a niños y jóvenes entre los antiguos mexicanos.


CARTA:
MEXICO, FEBRERO 21 DEL 2011
El día de hoy se puede notar que la educación
no es como antes los mexicanos la tenían.
Se ha ido modificando todo
A través de la tecnología,
medios de comunicación y misma sociedad.
La educación de entes solo existían 2 escuelas:
la calmecac que era para salir como sabios
y la telpochcalli para ser preparados guerreros,
la educación era que el maestro enseñaba al alumno:
el amar, el querer en otras palabra ser de un buen corazón y limpio.
Ahora no encontramos mucho esos valores a enseñar,
Ahora el maestro no se prepara,
y no prepara al alumno a tener esos valores.






4. Organizar un panel en el que se aborde el tema: "el concepto náhuatl de la educación"; para prepararlo. Léase el texto de León-Portilla. Elaborar conclusiones. Escribir un breve ensayo sobre las principales características de la educación entre los antiguos mexicanos. Con los textos obtenidos podrá elaborarse una antología colectiva.


ENSAYO


EL CONCEPTO NAHUATL DE LA EDUCACION

Buen ejemplo de esto nos ofrece el historiador y filólogo alemán Werner Jaeger, quién para ahondar en los ideales de la cultura griega investigó precisamente la evolución de la paideia, o sea la historia del concepto griego de la educación. Y es que, como escribe el mismo Jaeger, la educación viene a ser en las diversas culturas la “expresión de una voluntad altísima mediante la cual (cada grupo humano) esculpe su destino”.

En el caso de la cultura náhuatl prehispánica, existieron en
ella diversos tipos de escuelas o centros de educación. Dan innegable testimonio de esto las pinturas de códices como el Mendocino y el florentino, así como las numerosas crónicas e historias de Motolinía, Sahagún, Durán, Mendieta, Troquemada e Ixtlixóchitl, para no citar otros más.
Sobre los datos aportados por esas fuentes, se han publicado varios estudios en los que se describe el funcionamiento de los telpochcalli o casas de jóvenes, donde se preparaba una gran mayoría de estos para el arte de la guerra principalmente. Se menciona también la existencia de centros de educación superior, los calmécac, en los que se transmitían los conocimientos más elevados de la cultura náhuatl. Finalmente,
se añade que funcionaban también entre los nahuas las cuicacalli, en las que se enseñaba a los jóvenes el canto, la danza y la música.

En otras palabras y aceptando proponernos esta pregunta desde el punto de vista de la más rigurosa crítica histórica y filológica : ¿existen documentos en náhuatl  de los recogidos en forma oral y reducidos a escritura a raíz de la Conquista en los que sabios nahuas, los tlamatinime, se expresen directamente acerca de una concepción de carácter abstracto, para hacer comprensible y explicar en función de ella lo que hoy llamamos su “educación”, impartida, como se ha dicho, en los calmécac y telpochcalli?

Los textos acerca del concepto náhuatl de la educación

Los textos que a continuación van a presentarse provienen del cúmulo de
informaciones en lengua náhuatl, recogidas poco tiempo después de la conquista principalmente por Olmos y Sahagún. De Olmos vamos a aprovechar algunos testimonios de sus huehuetlatolli, o “pláticas de los viejos”. De Sahagún, algunos de los más antiguos textos recogidos de labios de los indios conocedores de sus “antiguallas” en Tepeculco (región de Texcoco), en Tlatelolco y en México.

 “Rostro y corazón”: punto de partida del concepto náhuatl de la educación
 Se refiere  al modo como llegaron a considerar los sabios nahuas lo que llamamos “persona humana”. Ante el peligro de desviarnos de nuestro asunto principal, diremos brevemente que encontramos en los textos algo que se repite especialmente en pláticas o discursos: al referirse el que ha tomado la palabra a aquél con quien está hablando, aparece la siguiente expresión idiomática náhuatl: “vuestro rostro, vuestro corazón”. Se hayo esto no en casos aislados, sino en casi la totalidad de los discursos pronunciados de acuerdo con las reglas del que llamaban los nahuas tecpilatolli, o sea, “lenguaje noble o cultivado”. In ixtli, in yóllotl, “la cara, el corazón”, simbolizan siempre lo que hoy
llamaríamos fisonomía moral y principio dinámico de un ser humano. Y resulta
interesante notar, aunque sea de paso, el paralelismo que existe en este punto
entre la cultura náhuatl y la griega. En esta última se concebía también la
fisonomía moral e intelectual del hombre, o sea la persona, como un prósopono
rostro. Sólo que entre los nahuas, se yuxtaponía a la idea de “rostro”, la del “corazón”, órgano al que atribuían el dinamismo de la voluntad y la concentración máxima de la vida.
Pues bien, la concepción náhuatl de la persona como “rostro y corazón” es
punto clave en la aparición de su concepto de la educación.  Dentro del pensamiento náhuatl acerca de la educación:
El hombre maduro;
corazón firme como la piedra,
corazón resistente como el tronco de un árbol;
rostro sabio,
Dueño de un rostro y un corazón,
hábil y comprensivo.
Ser “dueño de un rostro y un corazón”: he aquí el rasgo definitivo que
caracteriza a un auténtico hombre maduro (omácic oquichtli). De no poseer un
“rostro y un corazón”, tendría entonces que ocultar “su corazón amortajado” y
cubrir con una máscara su falta de rostro, como se afirma expresamente en otro texto, hablando de lo que se presupone para llegar a ser un artista.
Pero hay algo más. En el texto citado no se dice únicamente que el auténtico hombre maduro “es dueño de un rostro u un corazón”, sino que se añade que posee “un rostro sabio” y “un corazón firme como la piedra”. Estos calificativos están presuponiendo, como vamos a ver, que el omácic oquichtli, “el
hombre maduro”, ha recibido el influjo de la educación náhuatl.
“Ixtlamachiliztli”: acción de dar sabiduría a los rostros ajeno.
Dos textos que vamos a transcribir a continuación nos hablan, según parece, con la máxima claridad de la finalidad asignada por los nahuas a su forma de educación.







El primero describe precisamente la figura del sabio náhuatl en su
función de maestro, temachtiani:

Maestro de la verdad,
no deja de amonestar.
Hace sabios los rostros ajenos,
hace a los otros tomar una cara,
los hace desarrollarla.
Les abre los oídos, los ilumina.
Es maestro de guías,
les da su camino,
de él uno depende.
Pone un espejo delante de los otros,
los hace cuerdos y cuidadosos,
hace que en ellos crezca una cara...
Gracias a él, la gente humaniza su querer,
y recibe una estricta enseñanza.
Hace fuertes los corazones,
conforta a la gente,
ayuda, remedia, a todos atiende.

Entre los diversos atributos del temachtiani o maestro náhuatl, podemos
distinguir claramente dos clases. Por una parte, aquellos que se refieren a “hacer
que los educandos tomen un rostro, lo desarrollen, lo conozcan y lo hagan sabio”.
Por otra, los que nos lo muestran “humanizando el querer de la gente" (itech
netlacaneco) y “haciendo fuertes los corazones”.
El sólo análisis lingüístico de cinco términos nahuas con que se describe la
figura del maestro o temachtiani, constituirá el más elocuente comentario acerca
de su misión dentro del mundo náhuatl.
Es el primero, teixcuitiani: “que-a-los-otros-una-cara-hace-tomar”. Magnífico
ejemplo de lo que hemos llamado “ingeniería lingüística náhuatl”. Esta compuesto
de los siguientes elementos: el prefijo te- (a los otros); el semantema radical de ix (tli: rostro); y la forma principal cuitiani (“que hace tomar”). Reunidos estos
elementos, teix-cuitiani significa a la letra (el que) “a-los-otros-un-rostro hacetomar”.

El segundo término es te-ix-tlamachtia-ni: “que-a-los-rostros-de-los-otrosda-
sabiduría”. De nuevo indicamos los elementos que lo forman: te (a los otros); ix
(tli: rostros o rostros); tlamachtiani (el que hace sabios, o hace saber las cosas).
Reunidos los diversos semantemas, te-ix-tlamachtiani vale tanto como “el-quehace-sabios-los-rostros-de-los-otros”.

Tercer término, tetezcahuiani: “que-a-los-otros-un-espejo-pone-delante”.
Compuesto de te (a los otros); tézcatl (espejo), palabra de la que se deriva
tezcahuiani: “que espejea”, o pone delante un espejo. La finalidad de esta acción claramente se indica al añadirse en el texto citado que obra así, para que se vuelvan “cuerdos y cuidadosos”.

Cuarto término, netlacaneco (itech) : “ gracias- a- él-se-humaniza-el-quererde-
la-gente”. Se aplica al maestro, diciendo que itech (gracias a él); ne (la gente),
tlacaneco (es querida humanamente). Este último término es a una vez compuesto de neco ( forma pasiva de nequi: “querer” ) y de tláca (tl), “hombre”.
Quinto término: tlapolpachivita: “hace-fuertes-los-corazones”. Compuesto
de tla-prefijo de carácter indefinido que connota una relación con “las cosas o las circunstanciasmás variadas”; yól (otl: corazón ); pachivitia ( hace fuertes ).
Reunidos pues los diversos elementos: tla-yol-pachivitia significa precisamente
“con relación a las cosas, hace fuertes a los corazones”.

Tal es el significado de estos cinco atributos del maestro náhuatl. En estos
se destaca, como en acción, el concepto de la educación náhuatl, el
carácter moral de la educación náhuatl se formula lo que constituía la raíz misma de su sentido y finalidad, “dar sabiduría a los rostros ajenos.”
Comenzaban a enseñarles: cómo han de vivir,
cómo han de obedecer a las personas,
cómo han de respetarlas,
cómo deben de entregarse a lo conveniente, lo recto,
y cómo han de evitar lo no-conveniente, lo no recto,
huyendo con fuerza de la perversión y la avidez.
Todos allí recibían con insistencia:
la acción que da sabiduría a los rostros ajenos (la educación),
la prudencia y la cordura.
Difícil sería querer desentrañar aquí el sentido de todos los conceptos
expresados en este texto. Pero, al menos sí hemos de analizar el pensamiento
fundamental en el que se describe precisamente la concepción náhuatl de la
educación.
Después de indicarse en el texto varios de los temas que constituían el
objeto de la educación entre los nahuas: “cómo han de vivir, cómo han de
obedecer a las personas... cómo deben entregarse a lo conveniente, lo recto”
(criterio náhuatl de lo moral), pasa a formularse expresamente aquello que era la inspiración y el meollo de lo que se impartía a los estudiantes: “todos allí recibían con insistencia la acción que da sabiduría a los rostros ajenos”, la ixtlamachiliztlináhuatl.

Es un compuesto de los siguientes elementos:
ix ( tli: al rostro, o a los Rostros ) y tlamachiliztli, sustantivo del sentido pasivo y de acción aplicativa. Se deriva del Verbo macho voz pasiva de matli: “saber”. En su forma terminada en –l-iztli, toma el sentido unas veces abstracto, y otras de acción que se aplica en alguien. Aquí, al anteponérsele el semantema radical de ix-tli, “rostro”, obviamente se indica que se aplica precisamente a éste, como sujeto pasivo, la transmisión de la sabiduría.  al traducirlo como “acción de dar sabiduría a los rostros (ajenos )”.

Visto el sentido de ésta palabra, parece importante tocar ahora siquiera dos
puntos que ayudarán a comprender mejor el alcance de este concepto náhuatl de la educación. Es el primero la gran resonancia que alcanzó esta idea en los más variados órdenes de la vida cultural de los nahuas.

Muchos son los textos que pudieran aducirse para mostrar lo que estamos
diciendo. Así, por ejemplo, cuando se describe la figura del sumo sacerdote que lleva el título de Quetzalcóatl, se afirma que una de las condiciones para llegar a tan elevada dignidad era precisamente poseer “un rostro sabio y un corazón firme”.

El modo de formar “rostros sabios y corazones firmes”
Es este último punto que nos hemos propuesto tocar, para acabar de mostrar algo de lo más importante del pensamiento náhuatl acerca de la educación. Existen entre los informes recogidos por Sahagún, varios textos que pudieran describirse como “los reglamentos”, en los que se especifica qué es lo que se enseñaba a los jóvenes nahuas, y cómo se llevaba a cabo la formación de su “rostro y corazón”.

El primero, proveniente del Códice florentino, menciona, por una parte, toda
una serie de prácticas exteriores como “ir a traer a cuestas la leña, barrer los
patios, ira a buscar puntas de maguey”, etc., dirigidas principalmente a desarrollar en los estudiantes el sentido de la obligación y responsabilidad, aun en el cumplimiento de quehaceres que pueden parecer de poca importancia. Así, se iba dando firmeza a la voluntad, o, como decían los nahuas “al corazón” de los educandos. Pero, la parte más interesante del texto y que es la que aquí
transcribimos, presenta lo que constituía la enseñanza propiamente intelectual de los calmécac, dirigida a formar “rostros sabios”.
Se les enseñaban cuidadosamente los cantares, los que llamaban cantos divinos; se valían para esto de las pinturas de los códices.
Les enseñaban también la cuenta de los días, el libro de los sueños y el libro de los años (los anales).

Abarcaba por tanto esa “acción de dar sabiduría a los rostros ajenos”
(ixtlamachiliztli), la transmisión de los cantares, especialmente los llamados
“divinos”, donde se encerraba lo más elevado del pensamiento religioso y filosófico de los nahuas. Aprendían asimismo el manejo del tonalpohualli o “cuenta de los días”; la interpretación de los sueños y los mitos, así como los anales históricos, en los que se contenían, indicándose con precisión la fecha, la relación de los hechos pasados de más importancia.

La educación de los nahuas, ahora principalmente en los telpochcalli:
Cuando han comido comienzan otra vez a enseñarles:

A unos cómo usar las armas,
a otros a cazar,
cómo hacer cautivos en la guerra,
cómo han de tirar la cerbatana,
o arrojar la piedra.
Todos aprendían a usar
El escudo, la macana,
Cómo lanzar el dardo y la flecha
Mediante la tiradera y el arco.
También cómo se caza con la red
Y cómo se caza con cordeles.
Otros eran enseñados en las variadas artes
De los toltecas...
Así, mientras en los calmécac se ponía más empeño en la enseñanza de
tipo intelectual, en los telpochcalli se preocupaban especialmente por lo que se
refiere al desarrollo de las habilidades del joven para la guerra y la caza. Sin
embargo aún allí no se descuidaba la trasmisión de “las variadas artes de los
toltecas.”


Conclusión
Mucho es lo que pudiera añadirse, presentando en su integridad los varios
“reglamentos” en náhuatl, principalmente de los calmécac, trasmitidos a Sahagún por sus informantes. Igualmente podrían estudiarse los varios discursos y exhortaciones de índole moral, que se repetían con frecuencia a los estudiantes. Pero, todo esto alargaría este ensayo más allá de toda proporción razonable.
Señalamos no obstante, la existencia de tan rico material, que abre la posibilidad de iniciar una investigación dentro de la pauta seguida por Jaeger al estudiar la paideia griega.
Se concluye  mencionando aquí un hecho que por su importancia ayudará a comprender en toda su extensión las resonancias de la
ixtlamachiliztli: “acción de dar sabiduría a los rostros ajenos”, en el mundo náhuatl prehispánico.

Mientras en la época actual, por varias razones que no nos toca discutir
aquí, existe en México una lamentable escasez de escuelas, que impide a muchos niños y jóvenes recibir los beneficios de la educación, en el mundo náhuatl prehispánico y aunque parezca sorprendente este hecho, sabemos por numerosos testimonios que no había un solo niño privado de la posibilidad de recibir esa “acción que da sabiduría a los rostros ajenos.” Concretamente, los informantes indígenas de Sahagún hablan precisamente del hecho de que entre las prácticas rituales existía la siguiente:

Cuando un niño nacía,
lo ponían sus padres
o en el calmécac o en el telpochcalli.
Prometían al niño un don,
y lo llevaban o al camécac,
para que llegara a ser sacerdote,
o al telpochcalli,
para que fuera un guerrero.

Y hablando en relación con esta práctica que obligaba a todos los padres
de familia nahuas a atender la educación de sus hijos, factor indispensable para que pudieran ocupar su puesto dentro de la comunidad, nos dice fray Juan de Torquemada lo siguiente: “todos los padres en general tenían cuidado, según se dice, de enviar a sus hijos a estas escuelas o generales (por lo menos), desde la edad de seis años hasta la de nueve, y eran obligados a ello...

Frente a este hecho que permitía a todo niño o joven náhuatl poder recibir
la formación necesaria para hacer de sí mismo “un rostro sabio y un corazón
firme”, no hay mejor comentario con el que se concluye  este
ensayo, que citando las palabras de Jacques Soustelle en su libro La vida
cotidiana de los aztecas:

Es admirable que en esa época y en ese continente un pueblo indígena de
América haya practicado la educación obligatoria para todos y que no hubiera un solo niño mexicano del siglo XVI, cualquiera que fuese su origen social, que
estuviera privado de la educación.

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